(Héctor Cassano*) Los investigadores sabemos muy bien, que a veces uno puede pasarse años buscando algún dato histórico importante, y no tener éxito en encontrarlo, y que a la vez puede ocurrir exactamente lo opuesto, es decir que se haga un gran hallazgo sin haberlo buscado.
Héctor Cassano*) Los investigadores sabemos muy bien, que a veces uno puede pasarse años buscando algún dato histórico importante, y no tener éxito en encontrarlo, y que a la vez puede ocurrir exactamente lo opuesto, es decir que se haga un gran hallazgo sin haberlo buscado.
Eso fue exactamente lo que pasó durante el rodaje del documental Leyendas del Tren Patagónico, que se realizó en febrero del año pasado.
Durante un relevamiento especial de la estación, a efectos de la filmación, me llamó la atención un coche de pasajeros que tenía toda la pinta de corresponder al Siglo XIX. Tenía el claro diseño estilo “Far West”, con balcones y un techo de claristorio un poco más alto que el normal.
El vehículo se halla apartado de vía, montado sobre tacos, y tiene la particularidad que se le ha construido un tinglado a medida por sobre él, esto a claros efectos de protegerlo de la lluvia. El detalle del tinglado no es un dato menor, pues mundialmente este tipo de construcciones no se hace a menos que… se tenga que proteger un vehículo de muy alto valor histórico. Y aquí es donde venía la pregunta.
Una observación detallada de las proporciones volumétricas de la carrocería permitió llevar a la sospecha que el coche podría tratarse nada más ni nada menos que de “uno de los cinco”.
La historia
Los “cinco” fueron una serie especial y excepcional de 5 coches reservados construidos por Lancaster Carriage & Wagon Works Co. Ltd. para el F. C. B. A. P. en 1890. Estos fueron matriculados como 500, 501, 502, 503 y 504.
De ellos, el 501 era ligeramente diferente, pues fue construido como “pagador de línea”. Como resultado de tal función su carrocería era un poco más corta que la de sus otros 4 hermanos de serie.
Los Cinco fueron entregados al Estado Nacional como aporte de capitales para la construcción del Patagónico, y fueron enviados a SAO hacia el Centenario de la República. Tenían ya para ese entonces unos 20 años de servicio encima.
El 502 fue retransferido a Puerto Deseado, en donde protagonizó los tristes hechos que todos conocemos, pero eso es otra historia.
El 501 fue rematriculado como S501 y su primer servicio en la Línea Sur consistió en ser el pagador de jornales de los obreros que trabajaron en la construcción del Ramal R-95. Es curioso destacar en este punto que muchos de esos obreros eran Tehuelches. Con esto pretendo recalcar que esta unidad fue usada para la construcción de la línea.
Con la llegada del tren a Bariloche, en 1934, el S501 siguió operando como pagador, pero ahora de sueldos de ferroviarios, y así se mantuvo en servicio hasta los años ’70, que es cuando misteriosamente desaparece de nuestra historia… y de nuestros inventarios. Para ese entonces tenía ya unos 90 años de servicio.
Seguramente durante su uso personalidades como Exequiel Ramos Mexía, Bailey Willis, o el mismísimo Ingeniero Guido Jacobacci hayan estado a bordo de este coche.
También hay una historia oral, según la cual Butch Cassidy habría asaltado el tren en la década del ’10, esto es decir… luego de su muerte, … digamos… “oficial”. Si la historia del asalto fuere cierta, dos serían los blancos a atacar, los furgones regulares que transportaban remesas de dinero para los bancos de Bariloche, o… el pagador mismo.
Lo cierto es que yo ya sabía esto al momento de toparme cara a cara con el coche, por lo que la duda era si efectivamente lo que tenía ante mis ojos era nada menos que el S501 de 1890.
Resolviendo el misterio
Un jubilado ferroviario de por allí aportó un dato importante. El aseguraba que ese había sido un coche pagador de línea.
Las matrículas del coche fueron deliberadamente borradas, pero un análisis de un sector de carrocería permitió encontrar trazas de pintura amarilla conformando un Nº 1, por supuesto que esto no es indicativo de nada, pero al menos coincide con la matrícula S501.
El elemento identificatorio de mayor importancia sería en ese caso una placa del fabricante que lo acusara como perteneciente a la casa de Lancaster, pues no hubo otros coches Lancaster en la línea además de los Cinco. ¡Y la placa apareció!
Conclusión
No hay dudas que el coche que está ahí es el S501.
Al día de hoy, esta invaluable pieza de patrimonio histórico barilochense tiene ¡126 años de antigüedad!, lo que lo convierte en uno de los vehículos más antiguos que la ciudad de Bariloche tiene preservados.
El hallazgo de este coche ha llegado a oídos de un equipo documentalista británico, que este año visitará Bariloche para filmarlo para dos programas de TV.
Quedan como tareas pendientes su restauración y vuelta a puesta en orden de marcha, para luego coordinar el modo que el turismo pueda visitar esta joya que hoy forma parte de la monumental estación de Bariloche, que por cierto no figura en ningún circuito turístico de la ciudad.
*Especialista en Ferro turismo- Provincia de RN
Ultima foto de servicio conocida del Lancaster S501, tomada en SAO en la década del ’70.